‘Pandemia invernal’, el nuevo azote de las casetas turísticas en Caño Dulce
Ante la ausencia de visitantes, por las malas condiciones de la vía de acceso, numerosas familias atraviesan grave crisis económica.
Las esperanzas de los operadores turísticos del balneario Caño Dulce, jurisdicción del municipio de Tubará en la zona costera del Atlántico, de reactivar sus negocios tras el prolongado cierre causado por la pandemia del Covid-19, prácticamente han quedado ‘en cero’.
Tras sufrir los graves perjuicios económicos por el cierre de las actividades, ahora son azotados por lo que podría denominarse como la ‘pandemia invernal’. Es decir, no logran superar los efectos del Covid-19 cuando enseguida sufren el grave azote invernal.
“Por la pandemia tuvimos un encierro de seis meses y cuando se autoriza la reapertura se nos viene el invierno encima. Se hicieron todos los cursos de protocolos de bioseguridad, pero la lluvia no ha permitido nada. Todo lo que se avanzó para la reapertura quedó en nada”, manifestó el abogado Carlos Alberto Monge, presidente de la Asociación de Operadores Turísticos -Asopertur Caño Dulce-, en diálogo con Zona Cero.
Por esto, el panorama socio-económico tanto para propietarios como para el personal de atención al turista, no es el mejor.
“En el balneario hay 30 negocios. Algunas personas viven en el balneario y otras cuidan los diferentes negocios y se encuentran perjudicados doblemente por la falta de recursos ya que no llegan los turistas y están aguantando hambre”, agregó.
Indicó que quienes están padeciendo la más grave situación es el personal de meseros, cocineros, administradores y, en general, la línea de atención a los visitantes, “quienes están fuertemente afectados porque no tienen ingresos para la subsistencia de sus familias”.
Todo ello debido a que el mar se ha ‘tragado’ gran parte de la vía para internarse en la playa.
Poco antes, la vía había colapsado. “Se rompió en dos hasta que se hizo un relleno, pero debido a los nuevos aguaceros quedó inservible”.
Como consecuencia de lo anterior, se presentan tres graves problemas de movilidad, salubridad y de productividad en el balneario.
Concretamente, los vehículos no pueden ingresar y los conductores prefieren regresarse antes de sufrir una avería. Las aguas estancadas generan grandes focos de infección con altos riesgos para la salud pública, debido a la falta de redes de alcantarillado para la conducción de las aguas residuales. Y la productividad es prácticamente nula.
Precisó que otra de las causas de la grave problemática ha sido la del desbordamiento del arroyo Caño Dulce, de cuyo nombre se origina el del balneario.
Esta corriente que atraviesa la playa se desbordó como consecuencia de un taponamiento del cauce atribuido a una constructora, el 6 de julio de este año. En ese entonces, “la vía colapsó en dos”, remató.
Ante ello, la Alcaldía de Tubará realizó un relleno, el típico ‘gua - gua’ que no aguantó.
En este sentido, enfatizó que lo más grave de toda esta situación ha sido la indiferencia por parte de las autoridades locales, en cabeza de la Alcaldía, “que siempre dice que no tiene recursos, siempre con la eterna disculpa, pero tampoco se ven acciones para superar esta emergencia”.
Advirtió que “esa indiferencia también nos ha perjudicado porque ni siquiera han contemplado ayudas alimentarias para las familias que viven de esto y están afectadas”.
Por ello pidieron la intervención de la Gobernación del Atlántico para atender el el tema de la vía de acceso y las ayudas para las familias afectadas.
Anotó que una situación similar jamás la habían vivido antes.
“En esta zona el mar es calmado porque la ola golpea en la ensenada de Puerto Velero, y aquí prácticamente es una piscina. Pero como el mar está enfurecido y crecido se vino contra la vía en la parte final de la playa. Jamás habíamos vivido esa situación de afectación en los kioscos y toda la línea de atención para el turista y las ventas se han reducido a cero”, puntualizó.
Así las cosas, el panorama actual en el balneario de Caño Dulce es de absoluta desolación.